22 de enero de 2009


La luna se coló por la ventana
y se quedó enganchada
en una esquina de mi habitación.
Allí, a compartir,
nos sentamos las dos.

Yo le regalé una sonrisa,
ella a mí un rayo de plata.
Yo le regalé una mirada,
ella a mí una caricia cálida.
Yo le regalé un sueño,
ella a mí su luminosa diadema.

Después se marchó,
remontándose en la noche,
perdiéndose entre las estrellas.

Yo me quedé feliz
en la esquina de mi habitación,
con mi rayo de plata,
mi caricia cálida
y mi luminosa diadema.
Ana

2 comentarios:

tanci dijo...

Mi querida Ana, ¡qué juego que nos da la luna!, ¡Y qué bellas estas palabras que has dedicado a ella!. Me gustó esta poesía. A seguir que son dos días. Un abrazo caluroso pero sin diadema.

garanorte dijo...

Hace bastante tiempo que escribí este poema. Fue una noche de luna llena y la luz de la luna entraba por mi ventana y se posaba en un rincón de mi habitación.